sábado, 29 de octubre de 2011

Consejos para bocazas.

¿Está cansado de que le acusen de ser un facha recalcitrante por decir las cosas tal y como son? ¿Quiere ustez decir lo que le pasa por la cabeza sin consecuencia alguna? ¡No se preocupe! Aquí tiene las claves para poder decir todas las sandeces que se le ocurran. Todo ello con impunidaz asoluta, por supuesto.

El primer recurso del que dispone es el de escudarse en la libertaz de espresión. Recuerde: esa cosa que nació como un gran logro para la libertaz pero en la que a menudo se escudan comentarios prácticamente delictivos. ¡Ustez puede decir lo que quiera!
Luego puede hacer recaer la responsabilidaz de la polémica en la intolerable actituz de los afectados. Por ejemplo, en la falta de humor o en la escesiva susceptibilidaz de éstos. “No sean ustedes tan susceptibles, al fin y al cabo, lo que dije era una pequeña broma.”
Si hasta el momento no ha tenido ésito y se sigue hablando de su comentario, no le va a quedar más remedio que recurrir a alguna falsa confesión. Ello implicará una cierta pérdida de orgullo propio, pero le será soportable. Podría aludir a los afectados por su declaración como gente cercana y amigable. “Yo tengo amigos que son tal…” “Yo en la intimidaz cual…” “Yo quiero mucho a los…” Ya sabe, cosas por el estilo.
Con estas sencillas recetas y un poco de tiempo, todo se habrá olvidado. Si todo va bien. Si no, tampoco es tan grave; siempre puede ustez llamar a la puerta de Intereconomía para participar como colaborador habitual.

Por último, una recomendación preventiva. La prósima vez que quiera hacer comentarios estúpidos (como el alivio que deberían sentir los barceloneses, pues gracias a la existencia de la Unión Europea, no hará falta que los volvamos a bombardear), asegúrese de encontrarse en una reunión de amiguitos de su propia calaña, no en un acto público.

(nota: para todos aquellos que crean ver faltas de ortografía en éste artículo, les remito al artículo anterior).